Mi primera impresión.
Etiopía es un país ubicado en la zona noreste del cuerno de Africa, tiene una población de 84 millones. Addis Abeba es su capital, que de primera impresión es el caos, edificios a medio construir, porque el impuesto final es muy caro, niños por las calles consumiendo tolueno, y quien quiere maneja por donde más le parece. De primeras solo me provocaba angustia llegar hasta ahí, pero en mi tercera visita, a 20 días de haber llegado al país, mis canones de belleza cambiaron y pude apreciar la riqueza cultural. Su historia es impresionante, cada espacio tiene su propio que. En los 40, fueron invadidos por Italia, sin embargo, no les fue posible colonizarlo. Son orgullosos por su historia, por su color, por cada cosa que han vivido y su geografía es impresionante. Me recuerda en algo a Chile, montañas y desiertos, pastizales y zonas más selváticas.
Muketuri, es un poblado ubicado a 78 kms de Addis, tiene una población aproximada de 10800 habitantes. Es aquí dónde se desarrolla mi estadía en Etiopía. Existe en este poblado, un Kinder Garden, con 315 niños que acuden día a día para aprender y alimentarse. La primera novedad es esta, puesto que en Etiopía hace 7 años, cuando todo comenzó, no existía la educación preescolar. Hoy existe escasamente, y no es obligatoria, por lo que sigue constituyendo una novedad ver a cientos de niños saliendo con sus delantalcitos azules con amarillos cada tarde.
El preescolar consiste en dos filas de salas, con 6 cursos de entre 40 y 50 niños cada uno, entre 3 y 6 años, una caseta con 6 baños, una cocina, donde cocinan de maravilla para cocinar para un público tan amplio, y una hectárea de terreno, donde hay un huerto, arboles frutales, un gran estanque y una sala donde se realizan los cursos a madres y maestras. En realidad es mucho más que eso.
Las maestras han venido con un curso de 6 meses de pedagogía, y entre sus labores se incluyen los de enseñar ciencia y medio ambiente, amhárico (idioma oficial), sports, oromo (idioma local), e ingles.
Además deben cuidar a los niños, dar el desayuno y la comida y lavar los platos.
Pero eso no es todo, al interior del KG, se alberga la sala especial, donde cada día vienen 7 niños con necesidades diferentes. Y esto constituye aún, una novedad mayor, puesto que en Etiopía tener un hijo con algún tipo de patología es una maldición, un mal de ojo, un mal espíritu. Hasta antes de la sala especial, estos niños estaban postrados en sus casas y eran el último eslabón en la familia a la hora de comer o recibir algún bien. Los padres no entendían bien, o le adjudicaban razones espirituales a este nacimiento. Hay más aún, en esta sala existen 3 cuidadoras del pueblo, quienes han asumido el desafío y han llegado a comprender, sin ningún estudio, que estos niños pueden mejorar y que no son una maldición. Día a día, los cuidan con dedicación y amor, los bañan, los movilizan y están siempre dispuestas a adquirir nuevos conocimientos para cuidar a sus niños. El impacto que esto ha tenido a nivel local y gubernamental es magno, puesto que no existe nada similar en el país, y a ojos de todos pareciera que estos niños no existen, pero es, sin duda, porque antes morían o vivían encerrados en sus casas sin recibir ningún tipo de consideración.
La dedicación me anima para poder compartir con las cuidadoras todos mis conocimientos técnicos y humanos, que les permitan día a día comprender y apoyar de mejor forma a los niños. Su trabajo es realmente maravilloso, y contracultural. No saben de patologías, no comprender bien porque los niños están así y son a ojos del pueblo, extrañas. Sin embargo, día a día, llegan, bañan a cada niño, lo encreman, lo llevan al patio, los alimentan y le dan un trato digno.
El recreo es otro tema. El patio y los niños especiales, es todo un mundo: contracultural y ajeno a lo que nosotros podemos imaginar. Cada vez que salgo con Workine, que tiene Adenoleucodistrofia, la pequeña y linda Nardos, que tiene Holoprosencefalia o Amanuel que tiene Paralisis cerebral, un batallón de niños vienen para cargar la silla, y otro equipo de niños corre delante de la silla sacando cualquier tipo de piedra u obstáculo que surja en el camino. A los niños del KG les encanta jugar con los niños de la sala especial y al ver a los niños en sus sillas de ruedas, es fácil darse cuenta cuan a gusto están con que sus pares vengan y jueguen junto a ellos. Esto es nuevo para todos: para los niños, las teachers y por supuesto, para mí.
M Jesús: que maravilla leer tu relato. Me imagino el disfrute que se debe generar en esos niños y el corazón inflado de los que llevan a la práctica este proyecto. Ojalá todos los niños y comunidades que, lamentablemente no tienen esta condición básica que es recibir EDUCACION CON AMOR. puedieran ser considerados algún día en proyectos como el que uds están generando en Etiopía.
ResponderEliminarTe mando un gran abrazo y espero que a tu regreso nos juntemos a conversar.
Paulina
que emocionante tutuu, recien lei tus tres relatos y me encantaron... mi parte favorita es el recreoo jajaja, te mando un abrazo grande lleno de energia para esta linda labor!
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